Cerrada la noche salieron,
cuatro jinetes oscuros,
que por oficio envainaban sus armas en el cuerpo de otros,
sin preguntar.
Buscaron al de Vivar y le encontraron desnudo.
Cuarenta estoques le dieron y de ninguno fue herido,
que Rodrigo llevaba en el cuello, colgando de un hilo un anillo.
Anillo de gran poder, que Cristo llevó en los dedos.
O así se lo dio el abad Sisebuto en pleno desconsuelo,
cuando mío Cid lloraba, que nunca el apostol le había asistido,
ni en la batalla, ni con Bellido.
Confundidos tornaron al rey lo allí acontecido,
con pavor en sus ojos,
y en la boca "exilio".
Detalles
El Consorcio del Camino del Cid convocó un concurso nacional de microrrelatos de 110 palabras sobre el Cid Campeador, y publicó un libro con la selección de los mejores textos.
Yo tuve el privilegio de contribuir a esa publicación como firma invitada.